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LA INFLUENCIA DEL PENSAMIENTO POLARIZADO EN NUESTRO PROCESO DE CAMBIO.

En la literatura afín a la terapia cognitivo-conductual es común encontrar referencias a un tipo de distorsión en el pensamiento conocida como pensamiento dicotómico o polarizado, caracteriza por una interpretación de los eventos conforme a términos extremos: las cosas son buenas o malas, se ama o se odia, se tiene éxito o se fracasa, etc.

El objeto de este artículo no es tratar las formas de este pensamiento más rígidas y perturbadoras; sino, más bien, hacer una pequeña reflexión sobre como formas leves de esta manera de interpretar lo que acontece pueden afectar a una persona que intenta cambiar, crecer, mejorar, etc.

 

Cuando alguien se plantea modificar ciertos hábitos que ha identificado, con o sin ayuda, como nocivos, suele iniciar dicha tarea con fuerza; de tal manera que los primeros éxitos en no seguir los viejos patrones y si los nuevos buscados le sirven como motivación para continuar con la labor proyectada. El problema suele venir con los primeros fracasos, aquí es donde suele actuar ese pensamiento dicotómico y hacer pensar al que los sufre que, una vez no cumplido aquello planteado, ya no tiene sentido continuar: se ha fracasado y eso implica no tener éxito, no haber logrado lo perseguido. Conduciendo, en muchos casos, a abandonar el proceso iniciado.

Observándolo con perspectiva, es fácil ver lo inadecuado del razonamiento. Ej. Es menos perjudicial estar una semana sin fumar y recaer una noche que fumar toda la semana, es mejor estudiar todos los días y un día no hacerlo que no estudiar ningún día, es mejor no dejarnos arrastrar por la ira durante tres días y hacerlo al cuarto que hacerlo todos los días, etc.

Por tanto, parece más útil observar cualquier proceso de cambio desde una perspectiva acumulativa: cuantas más ocasiones en las que se logre lo perseguido más se tendrá de lo deseado y menos de lo indeseado, más nos acercaremos a lo buscado y nos alejaremos de lo no querido. En otras palabras, todo progreso realizado supone desarrollo, avance, mejoría, etc. y los fracasos, por dolorosos que sean, solo suponen menos velocidad y cantidad en el crecimiento; no una invalidación de este.

 

Autor: Juan Antonio Alonso

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