Duelo

Duelo es el término utilizado para describir la experiencia natural que la gran mayoría de personas experimentan ante la pérdida de un ser querido. Reflejándose esta en un conjunto de respuestas psicológicas, físicas y conductuales;   todas ellas  variadas y cambiantes.

Según Payás (2012), los síntomas corporales más habituales en los primeros momentos tras la pérdida son el entumecimiento,  los temblores, el aumento de los latidos del corazón, la agitación motora, el cansancio, el agotamiento,  las molestias abdominales, las dificultades digestivas, el insomnio y las pesadillas. En cuanto a las emociones, las que predominan son la ansiedad, el miedo, el pánico y la desesperanza. Añadiéndose a todas estas las dificultades para pensar de manera eficaz ante determinadas circunstancias que lo requieren. Variando toda esta sintomatología desde un extremo en el que la persona se muestre aturdida y desconectada hasta otros en los que lo que las emociones y sensaciones son extremas; siendo normal la oscilación de la misma persona entre estos dos polos. 

Díaz, Losantos y Pastor (2014) nos señalan que el duelo es un proceso, lo que implica que lo que la persona experimenta variará con el tiempo. Necesario este último para que el doliente pueda asimilar la pérdida. 

Conforme la experiencia evoluciona, de las vivencias extremas primeras la persona irá pasando por otros momentos en los que la alternancia entre la evitación del dolor  y la conexión con este se conducirá a través de otras conductas menos expresivas como, por ejemplo, el no querer hablar del fallecido o, por el contrario, hablar compulsivamente. Dando paso de manera progresiva hasta una integración y aceptación del dolor donde se abrirá paso la conexión abierta y voluntaria con todos los sentimientos y recuerdos de una manera mucho más sosegada y centrada; abriéndose camino un mayor interés por el presente y, por tanto, una mayor implicación vital en las diferentes situaciones cotidianas como relaciones personales, trabajo, estudios, etc. llegándose, en aquellos casos en los que el duelo es resuelto satisfactoriamente,  a una situación en la que la persona experimenta un crecimiento personal como consecuencia de todo lo vivido;  adquiriendo con este nuevas fortalezas y aprendizajes (Payás, 2012).

Hasta aquí, se ha descrito el duelo como proceso normal, pero también puede mostrarse en forma de duelo patológico. Según Barlow y Durand (2003), cerca del 62% de las personas que sufren la pérdida de un ser querido padecen una depresión grave; pero, de estos, solo suelen considerarse como trastorno aquellos en los que aparecen síntomas muy graves como  brotes psicóticos o ideas de suicidio, o cuando la sintomatología se alarga demasiado. Por tanto, el que un duelo supere el tiempo normal es un factor importante a tener en cuenta; considerándose que, transcurrido un año de la pérdida,  entre un 10 y 20% de las personas que siguen depresivas necesitan de ayuda profesional para poder reenfocar su vida y superar una problemática que, aunque en principio se presento como un proceso normal, acabó derivando en un trastorno.

Aunque el duelo que ha recibido mayor atención es aquel relacionado con la muerte del ser amado, la mayor parte de psicólogos están de acuerdo en que la experiencia relacionada con este también puede aparecer cuando aparecen otras pérdidas que para el individuo tienen un gran significado vital. Pangrazzi (1993), señala como otras pérdidas que pueden desencadenar en este proceso aspectos de uno mismo aquellos físicos, cognitivos o psicológicos como, por ejemplo, una extremidad, un sentido o  un sistema de creencias; pérdidas materiales en las que se puede incluir la del trabajo, el estatus económico o bienes de cualquier tipo; pérdidas emocionales como las que se producen en las rupturas de pareja o en relación a amistades y, por último, perdidas que tienen que ver con el ciclo vital como los cambios de edad, la menopausia, la senectud, etc.

 


Lista de referencias.

Barlow, D y Durand, M. (2003). Psicopatología. Madrid. Thomson.

Díaz, P.,  Losantos, S. Y Pastor, P. (2014). Guía De Duelo Adulto Para Profesionales Socio-Sanitarios. Alcobendas, Madrid. Fundación Mario Losantos Del Campo.

Payás, A. (2012). Las Tareas Del Duelo. Psicoterapia De Duelo Desde Un Modelo Integrativo-Relacional. Barcelona. Paidós.

Pangrazzi A. (1993). La Pérdida De Un Ser Querido. Un Viaje Dentro De La Vida. Madrid. Paulinas.