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Vivir en pareja en modo supervivencia: gastar nuestras energías en mantenerla y olvidar vivirla para enriquecernos mutuamente.
En muchas ocasiones, las relaciones de pareja se ven atrapadas en una dinámica de supervivencia. En lugar de ser una fuente de alegría, apoyo mutuo y crecimiento personal, la relación se convierte en una lucha constante por mantenerla a flote. Las energías se centran en resolver conflictos, superar obstáculos y evitar que la relación se derrumbe, dejando de lado lo más importante: disfrutar del vínculo y construir un proyecto de vida juntos.
Esta dinámica de supervivencia puede manifestarse de diversas formas. Algunas parejas se ven envueltas en discusiones constantes, otras se distancian emocionalmente y algunas más se refugian en la rutina y la monotonía. En todos los casos, la relación se resiente y el bienestar de ambos miembros se ve comprometido.
Si nos permitimos crecer, siempre habrá algo nuevo que compartir.
Si no nos limitamos, si nos apoyamos mutuamente y respetamos lo que cada uno considera importante, seremos personas en constante aprendizaje.
Aquellos que se enriquecen continuamente son los que siempre tienen algo que aportar: información interesante, experiencias enriquecedoras, ideas innovadoras, etcétera.
Así, cuando dos personas se ayudan a vivir plenamente y no solo a sobrevivir, siempre tendrán nuevas vivencias que compartir.