Tener conciencia de nuestra propia existencia es una cualidad que irremediablemente, como especie, nos ha conducido a lo largo de nuestra existencia al planteamiento de diferentes preguntas relativas al sentido del propio hecho de vivir y a la posibilidad de que haya algo más allá de la muerte. Así, el rastreo de todas las culturas y sociedades existentes, desde los albores hasta hoy, da fe de la existencia de grandes dudas y de una enorme variedad de respuesta a dichas cuestiones, lo cual, hoy día, en el mundo occidental, sigue siendo tan de actualidad como en cualquier otro tiempo y entorno sociocultural. El objeto de este artículo es ofrecer una análisis muy breve de la forma en la que el ser humano ha tratado estas cuestiones desde que hace presencia en la tierra hasta hoy, abordándolo desde una perspectiva psicológica propia de las conocidas como terapias conductuales de tercera generación o contextuales y comparando estas con la evolución de la conciencia del ser humano descrita por diferentes autores.
Diferentes Maneras de Usar el Pensamiento.
Para comenzar, es fundamental entender la manera en la que los enfoques conductuales contextuales entienden los diferentes modos de pensar, que son fundamentales para la práctica psicoterapéutica. Estos, ya descritos en un artículo anterior, nos hablan fundamentalmente de dos formas; una literal o también conocida como modo solución de problemas y otra no literal.
La primera de ellas hace referencia al uso de los pensamientos como entes que reflejan una realidad que debe de ser tratada con la meta de encontrar explicaciones, relatar o solucionar las dificultades que encontremos en nuestro ambiente. Esta manera de pensar es esencial para enfrentarnos a cualquier cuestión práctica que necesite ser explicada, relatada o solucionada y que, mediante el uso de estos pensamientos, pueda serlo; lo cual, suele ocurrir muy a menudo con aquellos elementos del mundo exterior fácilmente medibles y controlables, pero no tanto con aquellas cuestiones propias de nuestro mundo mental complejas de modificar.
En la otra forma, que podría conocerse como no literal, los pensamientos son sólo entidades que están ahí, pero que no tienen porqué ser usadas. Podría decirse que en esta manera de usarlos estos son tratados con una distancia que permite el aceptarlos como son, sin la necesidad de hacer nada con ellos. Este último modo de pensar es útil cuando nos enfrentamos a situaciones que no podemos controlar o que, al hacerlo, provocamos perjuicios de mayor entidad que aquello alcanzado.
Las cuestiones relativas a la existencia humana tienen difícil explicación. Así, por ejemplo, las preguntas sobre el sentido de esta o de la posibilidad de vida tras la muerte pueden conducir a una gran diversidad de respuestas y, además, son muy pocos los elementos prácticos ligados a la naturaleza los que pueden ayudar a escoger opciones que eviten una búsqueda infructífera y agotadora. Por tanto, el modo de pensar literal suele tener grandes dificultades a la hora de escoger cuál o cuáles son las respuestas a las cuestiones planteadas acerca del sentido y del más allá de la existencia. Ante esto, una de las opciones que tenemos es elegir una explicación de tipo filosófica o religiosa concreta y tomarla como verdad; la cual, como analizaremos más adelante, ha resultado muy valiosa en determinados estadios de la evolución de la conciencia humana, pero no en otros. Otra alternativa sería usar el otro modo de pensar, el no literal; el que, en conjunto con el modo solución de problemas, ofrece una serie de alternativas que se describen en el penúltimo párrafo del artículo.
La Evolución de la Conciencia Humana y las Cuestiones Relativas a la Existencia Humana.
Sigo con un escueto resumen y síntesis de la evolución de la conciencia humana descrita por diferentes estudiosos especializados en dicha temática. Esta ha sido descrita a menudo como una escalera en cuyos primeros peldaños se sitúan los primeros hombres, aquellos que asociaban el sentido de su existencia a elementos mágicos; evolucionando nuestra especie a través de diferentes escalones en los que las personas fueron dando cada vez mayor importancia otros elementos como el grupo, la religión, el rey, la nación, el partido,…, hasta llegar al punto en el que nos encontramos, entre un escalón en el que la razón ligada a la ciencia es el centro y otro en el que existen múltiples formas de razonar que deben ser tenidas en cuenta. Así, si tuviésemos la oportunidad de preguntar a un hombre de la edad media por el sentido de su vida y por lo que este espera una vez acabe, probablemente nos respondería con respuestas como servir a Dios o al rey, como sentido vital, y con ideas muy cercanas a lo que indicaba su religión en lo que respecta a lo que podría encontrar tras morir. De otro lado, si estas mismas cuestiones se las realizamos a un hombre moderno muy centrado en la razón, este nos ofrecerá argumentos muy ligados a las teorías científicas imperantes como, por ejemplo, aquellas que tienen que ver con la elección natural de Darwin y, por tanto, defenderá que el único sentido de la vida es la expansión de los genes, la reproducción, la mera supervivencia,…, y que, tras morir, no hay nada. Ahora, si la cuestión es a una persona situada un escalón más allá, es muy probable que esta nos indique que no hay respuesta posible o que existen multitud de ellas.
Situación ante la Multitud de Posibilidades.
Concluyendo este artículo y analizando la manera en la que el hombre de hoy, el que se encuentra en una etapa evolutiva en la que ha de manejar un océano de respuestas a las difíciles preguntas relativas al sentido y al más allá de la existencia, podemos ver que a este se le presentan varias opciones para no angustiarse ante empresa tan compleja. Este puede usar el modo no literal para salir de la búsqueda infructuosa de una solución concreta y, mediante el literal, agarrarse a la posibilidad de conocer el sentido de la vida ahora, a la de que debemos aplazar su encuentro a momentos más allá de nuestra muerte o a la relativa al hecho de que nunca será posible llegar a esto. Ante las alternativas de conocerlo ahora o de esperar a un momento futuro, debido la ingente cantidad de opciones, nos queda aceptar que todas son válidas, sólo algunas o, podríamos ir más allá y, por ejemplo, escoger y adaptar la cuestión a la idea de que no existen certezas y sí la probabilidad de que ocurra una cosa u otra dependiendo del observador o momento en el que este lleva a cabo dicha observación.
De una manera u otra, parece que nos adentramos progresivamente en una etapa evolutiva en la que el pensamiento literal no nos sirve por sí solo y únicamente en combinación del no literal puede ser valioso. Consecuentemente, queda patente que el hombre de hoy día debe conocer y manejarse en estas diferentes formas de pensar si no quiere caer en la enorme confusión que supone el vivir a la deriva en el enorme mar de respuestas arrojadas por unas preguntas que, si bien, en otras etapas evolutivas han ofrecido interpretaciones concretas, ahora proporcionan multitud de ellas. Sin duda, son otros tiempos y se necesitan cada vez habilidades más complejas para poder enfrentar la mayor dificultad de la situación; ya no sirve con agarrarnos a una respuesta única, parece que ahora la solución está en saber manejar al pensamiento en la forma correcta para no perdernos en la infinidad de posibilidades.
Autor: Juan Antonio Alonso