Nuestro trabajo ideal, nuestra pareja ideal, nuestra familia ideal,..., pueden ser las rejas que nos encierren en un mundo pequeño del que nunca queramos salir, pero, del que, con mucha probabilidad, la vida nos saque a empujones.
El problema no se encuentra en vivir dentro de lo que consideramos perfecto, todo lo contrario, esto es un regalo. La dificultad surge de tomar a esa existencia como referencia de la felicidad, como objetivo esencial a lograr y no únicamente como una posibilidad.
A menudo, las personas construyen en su mente un relato de cómo será su paso por el mundo e identifican a esto con el éxito, la prosperidad y, consecuentemente, con la piedra angular sobre lo que todo debe sustentarse.
Tan fuerte suele ser la equivalencia entre ideas que, en el caso de no cumplirse aquello que ha sido construido en la mente, la persona puede llegar a entrar en una espiral psicológica, la cual, de perpetuarse en el tiempo, podrá derivar en un deterioro acusado de su salud.
Más allá del elemento puramente práctico, la valoración que damos a tener coche, hijos, casa,..., en definitiva, a todo lo que es tenido por objetivos fundamentales y que, en lógica con esto, nos lleva a pelear por alcanzarlos, proviene de modelos asimilados de nuestro entorno.
Se puede decir que todo lo que los demás nos marcan como lo bueno, de manera progresiva, se va convirtiendo en sinónimo de ese estado psicológico denominado bienestar, el cual, de una manera u otra es anhelado por la gran mayoría. Se podría decir que las herramientas usadas por algunos para alcanzar la felicidad se confunden con esta misma, el medio se tiene por el fin.
Así, cuando el vehículo para alcanzar la meta señalada no está, la persona suele dedicar una cantidad de energía ingente con la intención de que esta aparezca, lo cual, además de infructuoso, carece de lógica, pues eso, en sí mismo, no posee valor. Sería como si para subir a una montaña con múltiples caminos, nos empeñásemos en hacerlo solo por uno que hemos tomado como el único bueno, olvidando que lo importante es llegar a la cima, mientras que la senda escogida es algo totalmente indiferente.
De una manera u otra, todas esos instrumentos considerados ideales no son los que definen el bienestar. Este está mucho más relacionado con necesidades propiamente humanas que, si bien suelen ser cubiertas a través de trabajo, familia, amistad,..., para nada requieren el cumplir los estrictos cánones de esa denominada vida ideal.
Autor: Juan Antonio Alonso.