¿POR QUÉ LAS TERAPIAS DE TERCERA GENERACIÓN SE LLAMAN ASÍ?

El término terapias de tercera generación fue usado por primera vez en un artículo de Hayes (2004), recibiendo dicho nombre en respuesta al momento en que estas aparecen dentro de su propio enfoque terapéutico; el de la terapia de conducta o terapia psicológica conductual. 

Este, el cual emerge dentro de la psicología a finales de los años 40 del siglo XX en respuesta al modelo psicoanalítico imperante en su época,  se caracteriza, según Mañas (2007), por la búsqueda del rigor científico y el desarrollo de técnicas basadas en las leyes del aprendizaje validadas empíricamente.

En sus inicios, con  Watson (1879-1958) y Skinner (1904-1990) como figuras más representativas, se cambio el foco de atención desde las variables de carácter intrapsíquico en las que se basaba el psicoanálisis hacia la conducta observable; entendiéndola a través de los principios del condicionamiento y el aprendizaje. A las terapias que se crearon en estos primeros momentos de este enfoque  se les ha dado el nombre de primera generación o primera ola.

 

A partir de los años sesenta las terapias dentro de la terapia de conducta, aunque manteniendo las técnicas de modificación de conducta de las primeras,  pasaron a considerar los pensamientos como las principales variables para explicar y tratar los trastornos psicológicos y no tanto las conductas observables. A este grupo de terapias, conocidas principalmente como terapias cognitivo-conductuales, también se les denomina como de segunda ola o segunda generación; siendo los psicoterapeutas más notables Beck (1921) y Ellis (1913-2007).

Por último,  aparece una tercera generación o tercera ola a finales del siglo XX que se diferencia  cualitativamente de las anteriores. Así, las técnicas que la conforman no se orientan a reducir síntomas cognitivos y así alterar las conductas; sino que se fijan en la alteración de su función, modificando el contexto en los que esos síntomas se presentan. Siendo otro punto destacado de este enfoque su conexión con las terapias de corte existencial y experiencial (Luciano y Valdivia, 2006).

 

Lista de referencias.

Hayes, S. C. (2004). Acceptance and commitment therapy, relational frame theory,and third wave of behavioral and cognitive therapies. Behavior Threapy, 35,639-665.

Luciano, M.C. y Valdivia, M.S. (2006). La terapia de aceptación y compromiso (ACT). Fundamentos, características y evidencia. Papeles del psicólogo, 27 (2). 79-91.

Mañas, I. (2007). Nuevas terapias psicológicas: La tercera ola de terapias de conducta o terapias de tercera generación. Gaceta de Psicología, 40, 26-34.

 

 

Autor: Juan Antonio Alonso

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