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EL MIEDO EN LOS NIÑOS: UNA EMOCIÓN CON VENTAJAS

Cuando hablamos de miedo nos referimos a la perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o un daño, ya sea real o imaginario. El miedo es una  de las emociones más básicas y primitivas que existen y que puede oscilar entre diferentes niveles; cuando se manifiesta en sus niveles leves hablamos de que la persona pasa por la aprensión, la preocupación o la inquietud y en sus niveles más altos hablamos de terror o pánico. Gracias al miedo se ha podido garantizar la supervivencia tanto de los humanos como de los animales.

El miedo es universal pero culturalmente es una emoción etiquetada como “desagradable” y es que toda emoción, aunque etiquetada de negativa, tiene también sus características saludables ya que este tipo de emociones nos brindan la oportunidad de enfrentarnos y aprender de situaciones complicadas que el niño puede encontrarse a lo largo de su vida.

El miedo no es una emoción que tengamos que reprimir, sino todo lo contrario, es necesario exteriorizarla y compartirla siempre en un entorno de respeto para que la persona pueda sentirse aliviada y comprendida. 

Los miedos más recurrentes son los que tienen que ver con situaciones de muerte o peligro. Valiente y sus colaboradores llevaron a cabo un estudio donde diferenciaron la prevalencia e intensidad de los miedos durante la infancia según la edad de los niños. Estos afirmaron que las edades comprendidas entre los 8 y los 18 años, y los miedos que experimentan, tienen mucho que ver con su nivel de conocimientos ya que en edades más tempranas los miedos están caracterizados por la presencia de brujas, fantasmas o monstruos y a edades más avanzadas los miedos tienen que ver con bombardeos, terremotos o enfermedades graves.

Es por esto que si ofrecemos a los niños una buena educación emocional y los dotamos de las estrategias adecuadas, podrán ser capaces de regular sus emociones de forma independiente y resolutiva, ya que podrán descubrir por ellos mismo la forma de protegerse y salir favorecidos de situaciones adversas.

La función adaptativa de las emociones es adaptarse al entorno y a las desavenencias que este pueda ofrecer.

Por increíble que parezca, el miedo tiene aspectos positivos. En primer lugar es una emoción que actúa como agente motivador, protector y socializante ya que cuando los niños cuentan sus experiencias y son comprendidos por otros se activa la compresión y la protección por parte de los adultos y de otros iguales donde la motivación llega casi al instante tras una pequeña reflexión. Además otra característica positiva y relevante es que comprobamos que por medio de los consejos que se dan entre niños vemos como son capaces de adaptarse a la situación temida y generan ellos mismos trucos o estrategias para afrontar dicha situación.

Con el paso de los años, el ser humano ha podido ir adaptando y modelando la repuesta impulsiva provocada por el miedo para acercarnos progresivamente a la civilización. Por muchas razones, es necesario que se abran aulas de educación emocional ya que cada vez más niños no saben expresar lo que sienten y esto puede llevar a desajustes emocionales y en casos más graves desembocar en comportamientos de riesgo. 

 

Referencias:

Valiente, R.M., Sandin, B., Chorot, P. y Tabar, A. (2003). Diferencias según edad en la prevalencia e intensidad de los miedos durante la infancia y la adolescencia: Datos basados en el FSSC-R. Psicothema, 3, 15, 414-419. 

 

Autora: María Recober Gea.