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AMOR, CARIÑO, PASIÓN,… ESENCIA Y DIFERENCIA.

“No sé si lo que siento es suficiente como para estar contigo”, “creo que ya no puedo verte solo como un amigo”, “con el tiempo nos dimos cuenta de que, más allá de la cama, no había nada más”.  En las relaciones de pareja pueden ocurrir situaciones de este tipo.  A menudo las personas se ven envueltas en una serie de sentimientos que les cuesta identificar. Puede darse que tengan una gran claridad al afirmar que existen emociones muy intensas relacionadas con el otro, sin dudar, pero, sin embargo, no tener igual de nitidez al catalogar con exactitud qué es lo vivido. Aquí es muy común el perderse entre términos como amor, cariño, pasión…, palabras con las que a veces cuesta encajar lo que se experimenta.

Para intentar clarificar conceptos, hacemos una  primera parada en  lo que solemos nombrar por pasión, atracción, deseo,….Entendiendo a estas palabras como descriptoras de una misma realidad, aunque con matices, vemos que todas tienen mucho que ver con el sistema psicológico implicado en la sexualidad. Este, aunque en un principio está fuertemente vinculado a la reproducción, en el ser humano, a diferencia de otras especies, adquiere otra dimensión. Hablamos aquí de emociones, pensamientos y sensaciones que se orientan al goce físico y mental. Podemos decir que esta sería nuestra parte erótica, asentada en necesidades físicas, pero desplegada a través de la psique.

Esta primera parte de nuestra experiencia en las relaciones adultas en el ámbito de la pareja  está fuertemente enlazada con un sistema concreto. Otro, el que tiene que ver con la vinculación o apego, marcará la frontera con un grupo de términos que es necesario diferenciar entre sí: amor, afecto, cariño,… Estos, si bien es difícil precisarlos, al entender  la manera en la que nuestra faceta psicológica organiza a aquellos más importantes para ella, podremos, por lo menos, diferenciar en sus formas más importantes.

Las personas, desde nuestro nacimiento, necesitamos enlazar nuestras vidas con figuras de crianza. Estas aseguran nuestra supervivencia física, nos proporcionan seguridad y nos sirven de transmisores fundamentales de las principales capacidades humanas: lenguaje, regulación emocional, habilidades básicas de la vida diaria,… 

Nuestra mente conecta con los que le dan el apoyo que necesita y pronto va estableciendo una jerarquía en la que no todos son vividos con igual intensidad. Es normal que la madre o padre, o  el que hace ese papel, sea sentido como el apoyo principal, mientras que otros como, por ejemplo, abuelos, hermanos o tíos, estén en un nivel no tan prominente.

De alguna manera, en nuestras relaciones sentimentales en la madurez ocurre algo parecido a lo descrito, lo que marca la diferencia entre muchos de esos términos que tanto nos cuesta a veces asociar a lo que sentimos. Se podría decir que nuestra mente se vincula con los otros atendiendo a una escala en la que algunos de ellos son entendidos con similaridad a como lo hizo con aquellos más importantes en la crianza, mientras que otros son situados en un escalafón inferior. Las emociones que vivimos en respuesta a esta diferencia marca la distinción entre lo sentido y, por tanto, entre la descripción que podemos hacer de esto.

Aquel o aquella con la que la vinculación que establecemos es situada por nuestro sistema de apego en un nivel superior nos evocará lo que entendemos por amor romántico. La gran diferencia con la primera infancia es que es recíproco, no solo se trata de que nos den sustento, sino también de darlo al otro. Una cuestión fundamental aquí es tener en cuenta de que esto no es fijo, para que mantener al otro en este nivel, se necesitará seguir viviendo la relación de esa manera.  En otras palabras, si con el tiempo esta va experimentando de una forma prolongada que la otra persona  no cumple bien su función, lo más probable es que la relegue a otro plano y, por tanto, cambie lo sentido por esta.

En los casos en los que nuestra psique tiene al otro por alguien importante, hombre o mujer que, al igual que en la infancia, aportan apoyo material y afectivo, pero no en un nivel de máxima importancia, lo que se vive se podrá  encajar en lo que denominamos de forma diferente a lo descrito hasta ahora. Cariño, afecto, amistad,…, son términos que usamos para describir los sentimientos hacia esas personas que son importantes, con las que estamos conectados, pero que están en otro nivel, no tan prioritario. Esto, por supuesto, puede ser porque nunca se llegó a algo más alto en la escala de importancia o porque, habiendo estado ahí, el vínculo se deterioró y la mente entendió que correspondía poner al otro más abajo.

Autor: Juan Antonio Alonso.

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