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LAS EMOCIONES SEGÚN SU UTILIDAD: UNA CLASIFICACIÓN A TENER EN CUENTA.

Nosotros, los seres humanos, nos emocionamos continuamente. Se podría decir que, de manera más o menos intensa,  siempre experimentamos algún tipo de sentimiento, lo que implica que estos intervengan de forma constante en nuestras tareas cotidianas. Esto podemos verlo cuando dejamos de hacer cosas por miedo a lo que pueda pasar, nos enfrentamos a personas que nos enfadan, pedimos estar solos o buscamos compañía en los momentos en los que estamos muy tristes.  Además, las emociones no sólo juegan un papel esencial en el día a día, también lo hacen en la historia de nuestras vidas. Todos recordamos momentos en los que hemos sido especialmente felices, épocas de extrema tristeza, situaciones en las que la preocupación llegó a niveles extremos, etc.  Igualmente, tanto en lo cotidiano y pasajero como en los momentos de especial relevancia, todos hemos experimentado en múltiples ocasiones que dejarnos llevar por lo que sentimos puede ser útil, pero también todo lo contrario. En otras palabras, podemos decir que las emociones pueden ser adaptativas y, por lo tanto, conducirnos a tomar buenas decisiones o, lo opuesto, desadaptativas y fuente de malestar. Distinguir entre unas u otras es esencial para tener un estilo de vida saludable. En este artículo se presenta una clasificación propuesta por  Goldman & Greenberg (2015), la cual puede resultar de ayuda en la búsqueda del propósito señalado. 

Emociones primarias adaptativas.

 

En este grupo se incluyen aquellas emociones coherentes con la situación que se vive en el momento y que, a la vez, ayudan a afrontar lo que sucede. Así, el miedo que sentimos ante una situación de extremo peligro puede llevarnos a evitarla y a salvar nuestra vida, la rabia enfocada en aquel que quiere abusar de nosotros es posible que nos conduzca  a no establecer una relación de  sumisión muy perjudicial, la vergüenza moderada en nuestro primer día de trabajo hará a nuestro comportamiento más adaptado, etc. Si en estos casos la realidad está en estrecha relación con lo que la persona está experimentando, los sentimientos serán una buena guía para la toma de decisiones.

Emociones primarias desadaptativas.

 

Al igual que las anteriores, estas emergen en relación  a lo que está ocurriendo, pero realmente no están conectadas totalmente con esto y sí con otros eventos del pasado que interfieren, lo que impide una respuesta adecuada. Imaginemos aquí a alguien que en el pasado fue violado y que, tras recibir muestras de afecto de otro, siente miedo y rechazo. Aquí, la emoción no está ajustada a las señales cariñosas recibidas, sino a la violación vivida años atrás y que, de una forma más o menos consciente, está almacenada en la mente de la persona. Obviamente, el seguir aquí las indicaciones de lo experimentado no llevará a respuestas útiles.

 

Emociones secundarias reactivas que siguen a la respuesta primaria.

 

Aquí no hablamos de reacciones a lo que está sucediendo, sino de emociones que aparecen como respuesta a otras. Las iniciales son funcionales, pero pierden su utilidad al sobreponerse las secundarias. Como muestra podríamos tener  a alguien que siente vergüenza por tener miedo, culpabilidad por su rabia o tristeza por su ansiedad. Si la persona se guía por esto, no responderá a las demandas que le están marcando las emociones útiles que están conectadas con lo que el ambiente realmente requiere, en su lugar, lo hará de otras que no tienen que ver nada con esto.

 

Emociones instrumentales.

Una manera de influir en el otro es mostrar determinadas emociones. Ya sea de manera consciente o automáticamente, el mostrar ciertos sentimientos puede conducir a lograr determinados efectos en los otros. Si nos hacemos pasar por enfadados, tristes, avergonzados,…, podemos llegar a cambiar conductas y lograr, por ejemplo, que alguien realice una tarea que previamente no deseaba hacer, que nos perdonen una afrenta o  que no nos dejen solos. Estas formas de expresión  se centran en lograr determinados objetivos que usualmente buscan un consuelo rápido que enmascare las emoción primaria inicial, de esta manera, el seguirlas no nos permite conectar con la demanda de aquellas que sí están en conexión con las exigencias de la realidad.

 

En resumen, los que aquí se muestra es una clasificación compuesta por un tipo de emociones adaptativas y tres desadaptativas, donde las ultimas comparten la disfuncionalidad de impedir que la persona conecte con las primeras; lo cual, obviamente, está en la base de su poca utilidad. Los autores señalados al inicio del artículo, junto con otros que apoyan esta  categorización, desarrollan en numerosas publicaciones y en su práctica clínica la manera de ayudar a que las personas diferencien las distintas formas de sentir y de conectar con las realmente funcionales, las primarias adaptativas.

 

Lista de referencias.

 

Goldman, R. N., Greenberg, L. S. (2015). Case Formulation in Emotion-Focused Therapy: Co-Creating Clinical Maps for Change. Whasingnton. American Psychological Association.

 

Autor: Juan Antonio Alonso.