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MADURAR ES CONOCERNOS Y ACEPTARNOS

Madurar es conocernos  y aceptarnos. No se trata de ser lo que nos dicen que tenemos que ser, sino de realmente saber lo que somos, lo que no podemos ser y hacia dónde es posible seguir siendo.

Esto no va de pensar, sentir y actuar igual a los demás, tampoco de valorarnos más o menos, simplemente se trata de vivir conforme a nuestra identidad y evolucionar en la manera en la que esta nos lo permite, sin forzarla por la presión de aquellos que tienen otra diferente.

A menudo, desconocemos nuestra personalidad, no sabemos realmente cuales son las características de esta y, en consecuencia, tendemos a vivir sin tener muy claras nuestras maneras de interactuar con la realidad.

El desconocimiento de propio puede llevarnos a actuar conforme nos dicten otros, en la manera que la mayoría o determinadas personas de importancia nos digan que es la correcta, ya que, si no sabemos cómo es la forma que conecta con lo que somos, no podremos mirar en nosotros mismos y solo nos quedará tomar como referencia a los demás.

En ocasiones, no se coge cualquier cosa, sino que lo que se agarra es una idealización, se crea una imagen de lo que se supone que todos querrían parecer  y se toma por lo que uno es, pero, obviamente, solo es eso, una construcción ideal.

Podría ocurrir lo contrario, no ir hacia lo que se supone que cualquiera desearía ser, sino convencernos de que somos algo que nadie o casi nadie anhelaría ser. Así, también hablamos de algo falso, pero aquí en el otro extremo.

No siempre existe eso a lo que agarrarse y, consecuentemente,  la persona, ante el desconocimiento de ella, vive bajo una inestabilidad total, sin patrones que le sean de utilidad, sin guía que le permita dar coherencia a su vida.

De cualquier manera, vivir sin conexión con lo que se es, ya sea cogiendo algo que no es nuestro, dado por otros o haciendo una idealización excesivamente positiva o negativa, o sin referencia alguna, es altamente dañino y peligroso.

Así, el conocer nuestra identidad toma forma de un paso indispensable en la labor de llevar una vida madura, real, productiva. Es algo que todo ser humano debe ir construyendo y en esa formación irá gran parte de su bienestar psicológico.

Pero claro, hay un eslabón más allá en la cadena,  el de la aceptación. No basta con conocernos si tras eso hay una negación, forcejeo, lucha por ser otra cosa. Se trata de saber lo que tenemos y con eso conducirnos en la vida en la mejor manera posible, sin pretender ser otra cosa.

En definitiva, el madurar no es exigirnos para parecernos más a modelos impuestos, ya sea por personas concretas o por ideas estereotipadas, con más o menos idealización, se trata de sacar más partido a lo que somos. En esto, no solo es manejarnos mejor en el presente, sino que también implica orientarnos al futuro en la manera en la que mejor podamos seguir desarrollando nuestro potencial, la cual conlleva la coherencia con nuestra personalidad.

 

Autor:  Juan Antonio Alonso.