VÍDEOS CORTOS 2020



Es mucha la belleza que no solemos ver, abundante en sus formas, colores y maneras de mostrarse.
No hace falta ir demasiado lejos para encontrarla, casi siempre la tenemos a nuestro lado.
Si prestas atención, serás consciente de que ante ti existen cosas que merecen ser observadas, valoradas y disfrutadas.



Todos necesitamos una sombra que nos cobije, un tronco en el que afirmarnos, un lugar al que volver.

Saber que familia, pareja y amigos están ahí, estar seguros de que al partir un regreso feliz nos desearán, ser conscientes de que al volver nos abrazarán,..., todo eso es nuestro hogar.


Volvemos a andar el camino que antes fue rutina. Esa que casi nunca percibimos y que, en las contadas ocasiones en las que lo hacemos, raramente valoramos.
Pocas veces entendemos la belleza de los actos cotidianos que forman parte de nuestros grandes proyectos.
Apenas somos conscientes de que el bienestar más valioso está en lo que recorremos con pasos lentos y seguros, no con grandes zancadas.



La calma no es eterna, el movimiento rige este mundo y no es posible acotarlo de manera indefinida.

Estar parados es solo una ilusión, pues la vida nunca lo hace, no conoce la quietud.

Tampoco son eternos los giros bruscos y los quiebros imprevistos, todo vuelve a eso que se parece a la tranquilidad.


Dentro de mí tengo a un niño.
Todos lo tenemos.


A veces se siente solo,
apartado y abandonado.
También muy amado,
protegido y cuidado.


Mi adulto habla con el pequeño,.
Todos podríamos hacerlo.


Lo escucha e intenta entenderlo.
Sabe que a veces es muy débil,
pero también que puede ser cruel,
caprichoso y mimado.


Conócete y quiere a tu niño.
También recuerda que ya eres adulto.



Las personas no son aves, claro está.

Pero, al igual que ellas, necesitamos volar.

 

Hazlo con los que te quieren así,

con los amantes de tu vuelo,

con los admiradores de tu canto,

no con los que tus alas desean cortar.